Hablar de espiritualidad, es un acto de fe para algunos, es certeza para otros y algo inaceptable, por invisible, para el resto.
Me atrevería a decir que yo "veo" la espiritualidad. Y quizá, si te digo como la veo, me acabes diciendo que tú también la ves.
Empecemos por el principio, bueno, por mi principio en particular.
Yo no puedo concebir mi vida sin pensar en la existencia del espíritu. Quizá porque así me educaron, quizá porque lo percibí desde muy temprana edad, quizá porque me asustaba pensar que todo acaba en la materia, quizá porque había una época y un grupo de amigos que hacían que la espiritualidad fuera guai. No lo sé. No sé qué afirmación sería la correcta, la verdad.
La cuestión es que yo vivo teniendo en cuenta que el cuerpo espiritual existe, que el alma existe, que el más allá existe, que lo invisible existe y que el Mundo Mágico existe con todos sus elementos y habitantes. ¡Y ya no quiero vivir de otra manera! Ni quiero elaborar mis proyectos sin tener en cuenta que todo esto existe y que yo así debo transmitirlo y transmitirme.
Quiero ponerme al servicio del joven, y del adulto, con las ideas claras y mostrándome tal cual soy: una mujer de la Tierra (mientras dure este viajito en el mundo) en espíritu, con un alma y, como no, un propósito: que mi bienestar afecte a mi entorno y lo mejore.
Que mi bienestar afecte a mi entorno y lo mejore.
No hay otra manera para mí. Siendo cualquier afirmación anterior correcta, la cuestión principal es que yo veo la espiritualidad. Y la veo con tanta claridad que no puedo negarla.
La veo en lo sublime de una mirada, pero no en la mirada física sino en la mirada de "wow, te estoy reconociendo, eres de mi familia espiritual, vibramos en la misma frecuencia, hay chispas en mi cuerpo físico que así lo confirman"
La veo en el paisaje abrumador de las altas montañas de mi pueblo, en la danza de las nubes, en el tacto y contacto con un cuerpo cuando hago una sesión de Craneosacral.
La veo en el amor que siento, en alguna parte más allá del cuerpo, por mi marido y mis tres hijas. La veo en el movimiento y las decisiones que tomo y toman, aquellos a los que observo, y cómo esto afecta a la materia y al entorno.
Por esta posibilidad innata de ver el espíritu, me comunico con el Mundo Mágico. Y mis decisiones se basan mayoritariamente de lo acontecido en las conversaciones con el Gran Espíritu. Lo llamo Mundo Mágico, pero lo llamo así porque lo vemos en un gran porcentaje como imposible, inexistente. Si aceptáramos sin barreras su existencia, entonces el Mundo Mágico sería lo normal y corriente. Eso significaría que seríamos Magos y Magas haciendo magia con total naturalidad, creando nuestras vidas bajo el precepto de : "Lo más importante para mí, como espíritu, ¡la finalidad última!, es que todo lo que yo haga por mí, mi bienestar, afecte positivamente a mi entorno, mejorándolo y embelleciéndolo.
Por último, y para romper la cabeza de muchos que ya dejarán de leerme y contactarme...decirte que tomo como un gran amigo y compañero a Jesús de Nazaret, cada vez que leo y releo sus enseñanzas (sin tamizados católicos) lo amo aún más. Él me ha enseñado mucho sobre el espíritu y le estoy muy agradecida.
Me gusta llamarlo Chuso, y con este nombre me haré camisetas y chapas, pues es para mí el Gran Símbolo.
Y con mucho más que decir sobre espiritualidad, lo dejo aquí, hasta que me arranque el espíritu unas palabras más a su respecto.
Con amor y respeto
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